miércoles, 9 de marzo de 2016

Una animación desanimada

Anomalisa (Charlie Kauffman/Duke Johnson, 2015)

 Reconozco que, en cuanto a cine y otras artes me sitúo en un punto medio. Si son demasiado "artísticas" o "raras" no me suelen gustar, más que nada porque no suelo entenderlas. Será que he tenido una educación cultural convencional. Si son demasiado comerciales, me aburren e incluso me suelen irritar. Por eso, me sitúo en lo que llamo "comercialidad de calidad" o "independencia más convencional". Vamos, en el punto medio.

Todo este rollo para decir que Charlie Kauffman me da reparo a priori. Me parece que va a ser demasiado complicado para mi. Lo que dice más de mis prejuicios que del propio Kauffman. Porque su última película "Anomalisa" que dirige con Duke Johnson puede ser cualquier cosa (triste, melancólica, catártica...) menos rara.

De hecho, me pareció incluso "demasiado" normal y unido a su corta duración, 90 minutos, me supo a poco. Otra supuesta obra de arte que no me lo parece tanto. El protagonista es un hombre con el topicazo de denominación "crisis de la mediana edad". Viaja mucho, está mal en casa, se aburre con su vida, cree que un nuevo amor le va a salvar de una existencia anodina. La curiosidad es que esta historia está encarnada por personajes de animación en stop motion. El film juega con el contraste de lo difícil que es ver una película de animación de "temas adultos" (coito incluido) Puede ser curioso, original, pero no ha de convertir automáticamente la película en una obra maestra.


De hecho, este punto a favor se puede volver en contra si nos damos cuenta de que esta película, con actores de carne y hueso, hubiera tratado una temática mil veces vista y con un enfoque no especialmente innovador. Sí que el autor juega con las voces de una forma que no voy a explicar por no hacer "spoiler" que a mi me pareció mucho más original que el hecho de que sea una película animada.

Kauffman no hace concesiones con su personaje al que retrata de una forma bastante patética (como efectivamente, es) Alguien que está enamorado del amor y lo proyecta sobre la persona que se le pone a tiro. Podría ser esa persona como cualquier otra que se hubiera cruzado en su camino. Lo importante son las ganas de querer de la forma más egoísta posible.

Se hace amena, tiene puntos interesantes, pero no es la hostia.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Pixar: corto es bueno

Inside Out/Del Revés (Pete Docter/Ronnie del Carmen)

Yo entiendo que traducir Inside Out (algo así como "desde dentro hacia afuera") es complicado pero haber llamado a esta película "Del Revés" no ha sido muy afortunado. Porque es el quid de todo este delicioso film de animación de la Factoría Pixar.

Después de este prólogo sobre la torpeza de los señores que traducen los nombres de las películas (me da la sensación de que su trabajo lo realizan hasta arriba de alcohol y sustancias estupefacientes; cuando están sobrios, dejan el título original en inglés) vayamos a lo importante: Inside Out es muy buena pero te deja con ganas de más.

La mayor parte de la culpa la tiene la industria de Hollywood que se empeña en convertir las películas en churros de más de dos horas y media como diciendo "ya que te vamos a clavar 10 euros por la entrada, vas a estar mogollón de rato sentado para que te convenzas de que eso lo justifica todo". Como perros de Paulov, hemos caído en la trampa. Y si te ponen una película de hora y media justica como es este caso una parte de tu cerebro dice "¡eh!, ¿Y la otra hora que falta?"


Pero es precisamente esa concisión una de las ventajas de Inside Out (y, por extensión, de los films marca Pixar). Te cuenta lo que te quiere contar sin rodeos ni giros innecesarios. Es una historia entretenida, directa y pasas un buen rato. Como contrapartida, la historia puede ser para el espectador adulto demasiado sencilla a veces.

Unos extraños "seres" controlan nuestro cerebro (son nuestras emociones: miedo, alegría, tristeza, enfado...) Dependiendo de quién esté al mando de la "consola" nuestro estado de ánimo es uno u otro. El cambio de residencia de una niña pre-adolescente, sus reacciones ante su nueva casa y colegio... son la excusa para darnos a conocer este particular funcionamiento de nuestro cerebro. Y lo bueno es que lo explica de una manera en que tiene perfecto sentido. Es como una clase de neurología (con todas las licencias del mundo, claro) de nivel usuario.

Han pasado muchos años desde Toy Story, el primer largo Pixar. De esa primera a esta última, son piezas de artesanía en las que se advierte mucho trabajo y cariño; incorporando los progresivos adelantos tecnológicos. Tratan temas "globales" y siempre lo clavan: Up (la vejez), Toy Story (la particular relación de los niños con sus juguetes), Los Increíbles (el mundo de los superhéroes)...

Siempre es un placer relajarse, olvidarse de todo y pasar un rato de lo más entretenido con una película Pixar. E Inside Out hace honor a su estirpe.

De esas que te enfadan

Gone Girl/Perdida (David Fincher, 2014)

Este Fincher es capaz de lo mejor y de lo peor. En este caso, se trata de lo segundo. Creía que no iba a tener huevos de hacer lo mismo de nuevo, pero en Gone Girl, David Fincher se ha cascado un bodrio tan irritantemente tramposo como The Game. De esas que te enfadas y tienes ganas de darle un puñetazo a la pared cuando acaba.

La historia es inverosímil y rocambolesca. Fuegos de artificio con la supuesta intención de mantener al espectador sin saber qué es cierto y qué es falso. Pero en cada nuevo giro pretendidamente sorprendente el guión se hunde más en la mierda porque tiene más agujeros que un queso de gruyer y ni el más crédulo se traga lo que está viendo. Y como este señor no sabe hacer películas cortas pues cuando la caga, el engendro se hace largo de cojones.

Ben Affleck, ese actor con forma de armario ropero, se pasea con cara de despistado por todo el metraje. Es un marido que un día llega a casa y comprueba que su mujer ha desaparecido. Pasa de atribulado cónyuge a principal sospechoso. A partir de ahí pasan trescientas cosas, cada una en sentido contrario de la anterior que en vez de un "ohhhhhhhhhh" de sorpresa produce más bien un "venga, no me jodas".

Una ida de perola



viernes, 19 de febrero de 2016

Haciendo pasta con el SIDA

Dallas Buyers Club (Jean Marc Vallée, 2013)


Dallas Buyers Club no es una mala película. Pero tampoco es la hostia. Eso sí, es de las que les mola a los de los Óscar; historia de superación personal y eso. Por eso se llevó unos cuantos. Pero con menos pasta, había podido ser un telefilm de las 4 de la tarde.

Ron Woodroof es un machote que se las tira a todas, se mete lo que no está escrito por la tocha y va siempre medio borracho. Él supone que es por eso por lo que se encuentra mal de salud hasta que le dicen que tiene SIDA. Son los ochenta y es común la errónea creencia de que eso es solo cosa de gays. Por eso, al principio, no se lo cree cuando le dan un mes de vida.

Acostumbrado a buscarse la vida, no se resigna a seguir el tratamiento paliativo que le recetan prácticamente para que se deje morir y viaja a México a hacerse con medicamentos para el SIDA prohibidos en Estados Unidos. Ahí comienza un periplo por distintos países y contra las autoridades sanitarias para importar los medicamentos no solo para él sino para todo quisque que le quiera pagar.


Ahí está lo polémico de la propuesta. Lo venden poco menos que como un activista contra la rigidez de la administración respecto a la salud de las personas pero para mi, es un caradura que aún a las puertas de la muerte hace negocio y saca provecho de la desesperación de otros en su misma situación. En cambio, esto toma el aspecto de una hagiografía; en plan, qué buen samaritano.

Se puede ver su evolución personal, despreciado por sus antiguos colegas tan machotes como él y su progresiva "tolerancia" (que yo veo bastante forzosa; los tolera porque le pagan) con la comunidad gay, su principal clientela. Mathew McConaughey encarna al protagonista apuntándose a la moda de perder trescientos kilos para dar veracidad al personaje. La verdad es que da penica verlo, físicamente digo. No lo hace mal. Es un buen actor, y este tipo de papeles son agradecidos. Pero queda totalmente eclipsado por su "partenaire" Jared Leto, espectacular en la piel de un transexual, primero cliente y luego socia del primero. Su interpretación tiene una gran humanidad. En su amaneramiento no hay afectación y artificiosidad. Personaje y actor se funden perfectamente. Y ambos calan hondo en el espectador.

Así que, merece la pena ver el film especialmente para ver la interpretación de Leto y el tratamiento ya histórico de los inicios de la epidemia del SIDA en los 80 y lo perdidos que iban todos con la "nueva" enfermedad.

viernes, 29 de enero de 2016

Verdugo y víctima

Chosen Temporada 1 (Ben Ketay/Ryan Lewis 2013)

Llaman a la puerta. Abres y no hay nadie. Pero, en el suelo, hay una caja de madera tallada. Miras a los lados por si hay alguien alejándose, la coges y te metes en casa. Cuando la abres, ves la foto de una persona con su nombre y una pistola cargada. Tienes que matarla. Pero como si no fuera suficiente, no solo te has convertido en verdugo sino que, a la vez, eres el objetivo de otra persona a la que le ha llegado otra caja igual con tu foto en el interior.

Es la interesante premisa de Chosen, de la que me he pulido los seis capítulos de la primera temporada de una sentada. Hay trampa. Cada episodio no dura más de 20 minutos (curioso, porque solo las sitcom -comedias de situación- tienen esa duración). Por lo tanto los plazos se aceleran y la acción se vuelve más trepidante que en cualquier otra serie cuyos episodios duren los típicos 40 a 50 minutos. Dicha primera temporada se basa en cómo este "juego" afecta al protagonista (Milo Ventimiglia), abogado defensor, y su familia.


Poco sabemos de los organizadores de este juego pero chirría un poco una quizá excesiva omnipotencia. Saben todo lo que sus jugadores están haciendo en cualquier momento y tienen colaboradores en todas partes dispuestos a actuar al instante incluso en los lugares más remotos. Aunque ese pequeño detalle no resta interés al conjunto.

Ya me estoy viendo la segunda temporada. Espero que no suponga un problema que esta familia que está huyendo de los creadores del "juego" comparta protagonismo con una nueva víctima-verdugo que entra en acción en una historia paralela. Eso, y soy de letras, da solo para invertir diez minutos de acción en cada línea de la historia. Y no sé si es suficiente.

jueves, 28 de enero de 2016

Distopía in the USA

The Man in the High Castle (Frank Spotnitz, 2015)

Si hay algo que me ponga tanto como los territorios pos-apocalípticos son los pasados distópicos. Aquellos que distorsionan nuestro hechos históricos. Y uno de esos futuros inquietantes nos propone The Man in the High Castle. ¿Qué pasaría si Alemania y Japón hubieran ganado la II Guerra Mundial? Pues que según la premisa de esta serie, se hubieran repartido los Estados Unidos en dos (El Gran Reich alemán en el este y los Pacific States japoneses en el oeste)

El hilo conductor de esta primera temporada son unas extrañas películas cinematográficas que se disputan las autoridades alemanas, las japonesas, la Resistencia y algunos otros, como la mafia japonesa (Yakuza) que venden sus servicios al mejor postor; y todos aquellos personajes que se ven envueltos, voluntaria o involuntariamente, en los cambios de manos que sufren las mismas: ciudadanos norteamericanos que viven en un país ocupado por extranjeros, los nuevos habitantes procedentes de la metrópoli que tiene status superior, agentes dobles, temibles policías secretos, altos cargos políticos y militares...



La serie es entretenida (sin ser la hostia) y la ambientación está muy lograda (son los años 60) Sigue fallándome en este tipo de pelis y series de espías lo fácil que se escapan los protagonistas de calabozos inexpugnables, trampas mortales (mientras otros caen como moscas alrededor) o entran y salen de los cuarteles generales enemigos como quien va a comprar al super. Algunas subtramas desvían la atención y no las considero necesarias y hay momentos en el que la intensidad baja y como no estés muy atento, puedes correr el riesgo de buscar dónde tienes la táblet para echar un par de partidas al apalabrados mientras ves la tele.

Aún así, plantea premisas impactantes como la normalización en esa sociedad nazi de la "eutanasia activa" de aquellos que padecen cualquier tipo de enfermedad, la total ausencia de judíos en Norteamericana o la "curiosidad" de ver a los blancos en puestos de trabajo inferiores en la sociedad nipona del oeste de los USA. Todo un ejercicio mental producto del ¿qué hubiera pasado si...?

La serie está basada en un libro de Philip K. Dick, famoso escritor de ciencia ficción con una inmensa obra entre la que se encuentran libros como el que utilizó Ridley Scott para filmar Blade Runner (curiosamente, mucho mejor la película que el libro, he de decir)

A ver cómo está la segunda temporada. La primera ha dejado muchas preguntas en el aire.

miércoles, 20 de enero de 2016

Ágata Tarantino

 Los odiosos 8 / The Hateful 8 (Quentin Tarantino, 2015)

Tarantino es Tarantino. Perogrullo. Es lo que le pasa a los cineastas (y extrapolaría a los artistas en general) con "estilo propio"; que es reconocible en cualquier contexto. Y da igual si se trata de ladrones (Reservoir Dogs), de la II Guerra Mundial (Inglorious Bastards), el Oeste (Django Unchained), Artes Marciales (Kill Bill 1 & 2) Hasta Jackie Brown, que creo que es la única que no escribió él además de dirigirla, se la llevó a su terreno. Por eso, a los que les gusta dirán que es un "autor" con rasgos personales y a los que no les gusta, que se repite haciendo siempre la misma película una y otra vez.

Una película de Tarantino se caracteriza por mucho taco y violencia explícita (ahí ya me ha ganado). Los personajes hablan todo el rato, como si se hubieran metido cuarenta rayas de speed y lo hacen de cosas sin sustancia (small talk, que dicen los anglosajones) lo que nos acerca a su cotidianeidad y ayuda a que conozcamos mejor a sus personajes. Es extremadamente descriptivo y rueda al detalle escenas que la gran mayoría de directores se cargarían con una elipsis fuera de cuadro.

El director es extremadamente cruel con sus personajes. No tiene piedad. Si se los tiene que cargar se los carga. Eso hace que se vaya a tomar por culo la comodidad del espectador (con su razonamiento: "este personaje es el protagonista bueno así que seguro que sobrevive"). Eso hace, que en sus películas haya tantos protagonistas que resultan victoriosos como los que se van al infierno. Porque en las pelis de Tarantino, hasta los buenos se van al puto infierno.


 Su última película, también un Western, tiene esos trazos característicos pero está enriquecida con algo más. Durante buena parte del metraje tenemos nada más ni nada menos que una historia digna de Ágata Christie. Ocho personajes encerrados en una cabaña en medio de una tempestad y en plenas montañas de Wyoming. Y no sabes si van o si vienen, quiénes son buenos y quiénes son malos. Tarantino mantiene la tensión y la duda porque es el puto amo en eso. Por otro lado, este film se podría convertir perfectamente en una obra de teatro debido a la existencia de un único escenario. Simplemente, habría que eliminar algunos flash backs descriptivos de la película. Y, ojo, con una buena parte sin un tiro ni una sangonera que le debió salir al tío un sarpullido con tanta contención (eso sí, cuando se lía, se lía parda)

Sin ser su mejor obra, el tipo es que es muy bueno. Se vuelven a pasar volando las casi tres horas del metraje (Tarantino las pasaría canutas si tuviera que rodar un corto) Ayuda, como no, el reparto. Vuelve a unir en una superproducción a actores fetiche (como Samuel L. Jackson y Michael Madsen) con antiguas estrellas en horas menos afortunadas (lo hizo por ejemplo con David Carradine en Kill Bill y Robert Forster y Pam Grier, en Jackie Brown; aquí lo hace ahora con Jennifer Jason Leigh e incluso diría yo que con Kurt Russell) sin olvidar estrellas "en el candelabro" (Channing Tatum) e incorporaciones más o menos "exóticas" (en este caso es excelente actor mexicano Demián Bichir y un intérprete en alza que viene de la televisión y con el que ya contó en su última pieza, Django Desencadenado. Se trata de Walton Goggins)