viernes, 15 de enero de 2016

Refroteo y Hostias como panes

Banshee (Temporada 1)

Cuando acaba un episodio de la serie Banshee, estás cachondo perdido y con ganas de partirle la cara a alguien. Ni más ni menos. No es una serie de arte y ensayo. Busca subir el nivel de adrenalina en el espectador. Y lo consigue. Aunque a veces se pasa de frenada.

Un ex convicto (de los que anda con los brazos anchos a lo Hombres Mujeres y Viceversa y mira siempre de reojo, como enfadado) sale tras quince años y llega al pueblo en busca su compañera de fechorías y ex pareja, que ha rehecho su vida. Suplanta la identidad del nuevo sheriff (como si nada, también hay que decirlo) Y ya la tenemos liada con 10 episodios de polvos de esos de agarrarse fuerte a la cabecera la cama y hostias como panes. No busquéis ni pies ni cabeza porque en la vida real al cabo de tres minutos ya han comprobado que es un impostor. Simplemente, relajaos y disfrutad del espectáculo.

Tenemos mafiosos rusos, mafiosos amish (sí, lo que oís, los de "Único Testigo" aunque después de Amish Mafia, aquel reality psicotrónico, tampoco me sorprende nada), tenemos mafiosos indios con sus casinos en su reserva, tenemos buenorros que se están dando de palos a un rato sí y al otro también; tenemos jamelgas seductoras...que se están dando de palos a un rato sí y al otro también (en aras de la igualdad, ahora las mujeres también te cruzan la cara), asesinatos tan cotidianos como el ir a comprar el pan (y con la misma indiferencia), tráfico de droga, robos, extorsión... El tema que esto no pasa en Nueva York o Los Ángeles, sino en un pueblo pequeño de Pennsylvania en el que se supone que todos conocen a todos y llevan en secreto tanta maldad pues que no debe ser fácil, oiga.


 Con estos mimbres, ¿de verdad era necesario meter subtramas en distintos episodios como el ataque de unos moteros o la toma de rehenes en un colegio, que nada tienen que ver con la historia principal? Coño, que está el protagonista robando en un museo y al acabar tiene que resolver una situación con rehenes. Si luego tiene que cohabitar, le va a dar un algo al pobre.

Creo que se podrían haber ahorrado estas historias secundarias. Esto es como las ensaladas que me hago yo, que para comerme el verde le meto tantas historias que al final ya me he olvidado que eso que me estoy comiendo es una ensalada. Ese es el fallo principal. Quieren meterle tanta acción y suspense; quieren que pasen tantas cosas, que te aturullan. Y, oye, que esta serie debe ser de encefalograma plano y venga mamporro y folleteo, que no estamos para que nos mareen la cabeza.

Otro error, este menor, es que para haber tanta pelea las coreografías pecan a veces de demasiado artificiales. Y si la serie es de hostia va y hostia viene, pues al final se acaba notando. Además, se pasan tanto rato en cada pelea que te puedes ir a echar una meada y cuando vuelves aún se están hostiando. Nunca pensé que iba a gritar a la tele: "Pero, hablad un poco, por favor. Comunicaos. La violencia no es la solución".

En general, es una serie muy entretenida sin más con algunas sorpresas agradables como el buen actor danés Ulrich Thomsen (de esos que saben actuar, que también va bien)

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